20 septiembre 2014
Me había quedado la semana pasada en un momento de mi
recuperación aún con altibajos personales y cambios de humor impredecibles y
sin sentido. Cierto que la obsesión por el consumo la había superado no sin
algún episodio jocoso (ahora) pero que en su momento me causó desazón.
Recién comenzada mi recuperación tenía que desplazarme a otra ciudad a realizar unos trabajos y naturalmente comía fuera de casa. Recuerdo que los primeros días pasaba grandes apuros pues no sabía qué pedir para beber ya que tenía la idea de que había que beber vino con las comidas. Un buen mirando a mi alrededor observé la cantidad de personas que bebían agua y se me hizo la luz. No desentonaba en absoluto bebiendo agua.
Bueno estas cosas iban sucediendo y aunque parezcan sin
importancia yo iba tomando buena nota de ellas y aprendiendo que hay una
variedad enorme de cosas que puedo hacer y beber sin la presencia de alcohol. Y
todo ello pensando en el día presente. Se me ha quedado grabado lo de solo un
día a la vez pues como dicen los ingleses ayer es historia, mañana una
incógnita.
Y nos quedamos en la labor más larga, tanto que dura toda la
vida y que es la de adquirir una nueva personalidad o mejor dicho una personalidad
más refinada, serena y consecuente y para ello comencé por intentar dominar mis
emociones hasta entonces desmedidas: la ira-el enfado, la tristeza continuada,
el amor mal entendido, los miedos…en fin todas estas sensaciones interiores que
hacen que nos sintamos mal a veces tanto como para buscar un remedio exterior
(como el consumo de droga).
Me gustaría resaltar y lo diré en plural, que los adictos
somos extremadamente sensibles, perfeccionistas, propensos a la frustración…y
que estos sentimientos que al resto de personas afectan de una forma tangencial
a nosotros puede causarnos horas si no días de desazón.
Ya conocido esto estoy en la labor, recomponiendo un entorno social
donde no tengo interés alguno en ser el centro pero soy capaz de ser educado,
atento, de hablar consecuentemente y sabiendo escuchar y cuando aparecen los
indicios de una discusión que puede degenerar en daños morales y enemistades
sabiendo retirarse a tiempo. Tengo compañeros de recuperación que dicen que
antes de llegar a eso prefieren no tener razón, vamos no tratar de imponer lo que
uno piensa que es la verdad. Y de verdad que no pasa nada y por otro lado
cuántas de estas discusiones me han llevado a decir al camarero…venga, ponme
otra, todo lleno de furor.
Naturalmente que no siempre se consigue y queda ese remordimiento de lo mal hecho. Yo
al principio me cogía unos enfados tremendos conmigo mismo llegando a un límite
peligroso de “no soy capaz” y qué mejor que volver a consumir para eliminar
esta sensación. He aprendido a no castigarme y a tomar nota y pensar “a ver la
próxima vez no me ocurre” y si tengo que disculparme con alguien hacerlo sin
miedo..
Y ya alcanzada una cierta serenidad llegó el momento tan
temido de poner mi vida pasada en orden. Tenía que reparar en lo posible todo
tipo de daños morales, materiales, deudas pendientes…empezando con mi entorno
más inmediato, por la familia. Y el resto poco a poco pero con una gran dosis
de sentido común para no causar ni causarse daños innecesarios. Cuando con el
tiempo se va realizando esta labor el sentimiento de liberación es
gratificante. Saberse libre de salir a la calle sin temor, de coger el
teléfono sin pensar en quién nos
llamará. Saberse libre de obligaciones perentorias porque hemos intentado
cumplir con todas y si no hemos podido lo hemos dicho.
Es ardua la labor pero cada vez más fácil pues se adquiere
la costumbre. Se adquiere la costumbre de no consumir y si alguna vez nos viene
a la mente el deseo la costumbre de pensar en otra cosa de inmediato. Se
adquieren costumbres de trato social, de amabilidad, de honradez y como se
convierten en costumbre, cada vez nos cuesta menos y hace que nos sintamos bien.
Los que vivimos con una adicción pero recuperándonos no
somos personas tristes, ni se nos ha olvidado ir a fiestas o salir con amigos.
Pasa que ahora elegimos a nuestros amigos. No llevamos un letrero que diga que
somos adictos; seguro que notan algo diferente por nuestra forma de
comportarnos, por nuestra forma de hablar pero simplemente eso, notarán algo
diferente, pero que atrae.
Y quiero decirte, lectora anónima, que no es un mal negocio
emprender esta tarea. Solo quiero recordarte que el alcoholismo es para toda la
vida, no se cura pero se detiene, que uno solo es prácticamente imposible que
se recupere y que no hay que tener miedo, que no es una vergüenza ni una maldad
ni se es una mala persona, simplemente se es UN ENFERMO ADICTO y se hacen cosas
de enfermo.
He intentado condensar al máximo ya que de lo contrario
sería muy extenso y no se si habré sabido expresarme del todo bien pero lo he
intentado.
jesus
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