13 septiembre 2014
Quiero dedicar el escrito de hoy a esa lectora y comunicadora anónima que se dirigió
a mí por e-mail- Antes de nada agradecer tu lectura y que te hayas animado a
contar algo de tu experiencia a un desconocido.
Me cuentas que eres politoxicómana cosa frecuente hoy día.
En mis tiempos casi la única droga conocida y asequible era el alcohol así que
me enganché a lo que había. Me hablas de lo difícil que es vivir con una
adicción. No te voy a decir que sea cosa fácil pero si puedo dar fe de que se
puede vivir muy bien una vez uno se
acostumbra y sobre todo lo admite sin reservas como se puede admitir que se es
cojo o diabético o con cualquier tipo de carencia.
Naturalmente no se nace adicto, quizá haya algún gen
despistado por ahí que predisponga, pero no se es adicto de la tarde a la
mañana, hay que cultivar esta enfermedad y más cuando, como en mi caso, tenía
un desconocimiento total sobre los efectos de la adicción sobre la salud y el
estado mental. Lo cierto es que yo recuerdo haber tenido una gran inadaptación
social y unas escasas habilidades frente a los problemas de la vida pero
descubrí que bebiendo cierta cantidad era capaz de superarlos y hasta me
convertía en alguien brillante. Esa era la solución, me dije, hasta que la
bebida se volvió incontrolable y terminé consumiéndola prácticamente a todas
horas.
Había pasado la línea a partir de la cual me convertí en
alcohólico y aunque aún no lo sabía, de por vida. Y con esto comenzó mi lucha
primero por beber sin que me afectara y después por dejar de hacerlo. Fueron
tiempos de luchas amargas, de culpas enormes, de desesperación, de ver
impotente cómo yo mismo estaba destrozando mi entorno. Hasta que desistí y me
dejé llevar por la adicción sin oponer más resistencia. Ya no tenía trabajo y
estaba dilapidando mi patrimonio pero no podía evitarlo.
Alguien me habló de unos grupos de recuperación y no con muy buena
disposición contacté con uno de ellos. Encontrar personas como yo pero que
habían salido de esa esclavitud me causó impresión y vi algo que me atrajo. Mis
comienzos fueron balbuceantes, con algún período de nuevo consumo hasta que
poco a poco me fui afianzando. Aprendí varias cosas elementales: que sólo sin
ayuda me sería imposible salir (esto ya lo había experimentado), que la
enfermedad es para siempre de modo que cualquier forma de consumo me haría
volver al principio, que todos mis males comenzaban con una copa que era la que
desencadenaba todo el proceso y que si de verdad quería dejar de beber, ese era
uno de los sitios donde podía hacerlo.
Ese fue el comienzo y haciendo uso de lo que me habían dicho
comencé a preocuparme solamente del día de hoy, mañana era posible que
consumiera o el año siguiente pero hoy no. Así fueron pasando día (llevo unos
treinta años) sin consumir. Pero solamente era el principio. Por lo que veía,
aquellas personas estaban alegres y hasta felices sin beber y sin embargo a mí
se me había quedado un carácter osco. Yo preguntaba y me decían que tuviera
paciencia y así lo hice aprendiendo cada día un poco.
Se me fue despejando la mente y poco a poco empecé a ser
consciente de los peligros que me acechaban y a evitarlos o sortearlos. Ya iba
pensando de forma coherente hasta que fui comprendiendo la magnitud de la labor
que había comenzado. Me di cuenta de que tenía instintos y emociones que era
incapaz de dominar ya que siempre habían campado a sus anchas, tenía miedos de
todas las clases, miedo al presente al futuro, a muchas cosas.
Tuve que empezar a intentar dominar todo esto primero como
si fuera una lucha encarnizada que me dejaba exhausto y frustrado. Después
aprendí que esta no era manera, que había que hacerlo de una forma pausada, sin
prisas, aceptando y aceptándome y como quiera que iba a tropezar en la misma
piedra, no castigándome en exceso.
Mientras tanto iban transcurriendo los días sin consumir, un
año, dos…Unos días eran mejores que otros pero me dijeron que eso le ocurre
hasta a los que no son adictos. Por supuesto, cómo no se me había ocurrido. Y
cada día me apetecía más alcanzar una vida serena (del latín serenus cielo sin nubes) y lo más feliz
posible. Hoy estoy satisfecho de lo que logrado, ya no tengo ninguna compulsión
por el consumo y soy libre de desenvolverme en cualquier ambiente sin miedo.
Pero tengo que continuar en la labor pues quiero vivir aún
mejor si ello es posible. No termina todo el trabajo en lo que con la mayor
brevedad que me ha sido posible he descrito más arriba y si te pare, lectora
anónima, continuaré describiéndolo la semana próxima, si te apetece conocerlo.
Espero que esta mi experiencia haya podido servir. Hasta la
semana próxima.
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