Quiero advertir a quien se anime a leer lo siguiente que solamente
conozco mi experiencia y desconozco los términos siquiátricos para este
tipo de enfermedades y no me remitiré a estudios realizados ni a
estadísticas. Eso lo dejo para otras instancias. También quiero
adelantar que yo no necesité ningún tipo de medicación, pero es mi caso y
habrá quien tenga que recurrir a la medicina. Eso también lo dejo para
quien entiende de ello, los doctores pertinentes en cada caso.
Yo fui un adicto. Mejor dicho, soy un adicto. Un adicto al
alcohol, probablemente porque en mi juventud no era fácil conseguir otro tipo
de drogas. Hace como treinta años que no pruebo una gota; pero sé que si
probara un poco de alcohol, sería volver al mismo sitio de donde vine. Sé que
si me descuido puedo engancharme a cualquier cosa: juego, internet, dulces…Por
ello tengo que ser disciplinado en mi día a día. Pero esto no quiere decir vivir
mal ni mucho menos.
Cuando me dijeron que había cruzado una línea de la cual no
se vuelve y que tenía dos opciones, continuar hasta que aguantara o dejar el
alcohol, para siempre, reformarme y vivir bien, elegí, aunque sin mucha convicción,
la segunda. Yo no entendía como se podía vivir sin beber, ir a comidas y cenas,
celebraciones o simplemente salir de casa, pero hice mi elección, siempre podría
volver al principio.
Lo de reformarme me sonaba muy mal. Vivir bien ya estaba
mejor ¿Pero cómo lo haría si no tenía ni idea? Fui aprendiendo de personas que
habían pasado por lo mismo y lo habían superado. También comencé a ir a
siquiatras, pero me di cuenta de que no les contaba todo lo que me sucedía, no
era sincero con ellos, con lo cual malamente me podrían ayudar.
Al principio me resultaba costoso; tantos años engañando en
los negocios, en el trabajo, en la familia, no se corrigen de un plumazo lo
mismo que tanto tiempo de practicar un trato arisco con los demás, no se
suavizaba como si nada. Lo iba consiguiendo, muy poco a poco. Comencé a ver que
me iba queriendo más, que me cuidaba y me aseaba mejor (hasta me perfumo) y
empecé a tratar con mi entorno, empezando por mi familia.
Fui ganando la confianza en el trabajo y casi en mi familia
(siempre quedó una memoria). Empecé a hacer cosas, montones de cosas como jugar
con los hijos, leer, ver películas en la tele sin dormirme…De pronto tenía
cantidad de tiempo para el trabajo, para mí y para los míos. Todo el tiempo que
había dejado de estar en los bares. Tuve que aprender a vivir pues me había
quedado estancado en los veinte años o menos.
Me había reconciliado conmigo mismo y me quería y por tanto
podía querer a los demás. Naturalmente, no me he convertido en un ser perfecto;
sigo teniendo mis desvíos, mis arranques pero he aprendido a no castigarme por
ello (aunque a veces…) lo que me permite ser razonablemente feliz.
Me quedaba no obstante hacer algo más. Ya estaba
reconciliado conmigo y ahora me faltaba reconciliarme con los demás; reparé en
lo posible a quien había dañado de, todas las maneras y en esto se incluían mis
obligaciones cívicas no satisfechas. Todo lo que me fue posible está reparado y
lo que no, ahí se ha quedado pero ya no me asusta.
Llevo años viviendo bien, que es lo que me prometieron y a
todo aquel que me pregunta cómo lo he hecho, no tengo reparo alguno en
contárselo. Es duro dejar la copa o la droga pero el premio es grande, más de
lo que imaginé en un principio: decidir qué quiero hacer con mi vida.
Si alguien lee esto y tiene algún problema de adicción, que
no tenga miedo de plantearse dejarlo. Para ello necesitará ayuda, pero hay
muchos sitios donde encontrarla, pagando o sin pagar. Como veis, merece la
pena. Hay un artículo en un blog amigo, "Yo elijo vivir ¿Y tú? http://vidadespuesdeladroga.wordpress.com
muy interesante.
El próximo día hablaremos de los miedos que acechan a todos
pero más a quien se siente más desprotegido.
Buenas noches Jesús,
ResponderEliminarEstoy absolutamente emocionada. Leerte ha sido como transportarme a una de nuestras reuniones. Gracias por este blog, por compartir tu experiencia que es como la mía y la de tantos otros.
Un abrazo fuerte,
Oihana