- ¿Pero no eras tú el que decía que cuanto menos supieran de
ti en internet mucho mejor? Y ahora te estás registrando en todas las redes…
Y es cierto. Hace unos días que he comenzado a balbucear en
el marasmo de Facebook, Twitter o G+ a pesar de que me había hecho el firme
propósito de no pertenecer a ninguna de ellas, seguramente porque siempre las
he considerado una suerte de informática menor y de poca utilidad, cosa de
adolescentes. Y además aquí estoy, escribiendo, más mal que bien, las cosas que
me pasan por la cabeza en un blog que todos los internautas pueden ver.
Mi primer contacto con un ordenador lo tuve trabajando en
una importante empresa de refrescos a la vez que estudiaba ingeniería (entonces
hacíamos esas cosas tan raras) en la escuela de ingenieros de Bilbao. Se
trataba de una cosa muy grande de la marca IBM y que ordenaba la información
con tarjetas ranuradas. El caso es que me intrigó y quise saber más sobre el
tema. Con el tiempo me reciclé de mecánica a ingeniería de computación y
terminé trabajando de diseñador y experto en programas CAD además de
programación.
Supongo que ya habéis entendido que no soy un analfabeto tecnológico
y durante toda mi vida laboral he tenido que estar reciclándome a nuevos
sistemas.
Pero esto de las redes sociales…La misma red de Internet era
una cosa anecdótica hasta que nos dimos cuenta (porque éramos muchos con estas
reticencias) de que se podían hacer consultas y ¡oh maravilla! se podía
escribir y enviar correo que llegaba casi al instante al destinatario.
A la par progresaban los teléfonos móviles, tenían cámaras
(¿para qué?) hasta desembocar en los Smartphone’ (daría para muchas discusiones
filosóficas esto de reconocer inteligencia a una máquina) y poco a poco me fue
absorbiendo toda esta tecnología que nada tenía que ver con la que utilizaba en
mi trabajo ¿o sí?.
Pero lo de las redes sociales seguía sin cuadrarme; lo veía
como esos programas de tv donde va uno a contar sus intimidades; bueno, pase,
el wathsapp ciertamente es práctico y además gratis (es un decir).
Y por fin hace no muchos días y casi como una apuesta, me di
de alta en Facebook y a los pocos días en Twitter (en G+ ya estaba porque la
verdad es que son unos pesados hasta que te registras) y además, aquí estoy,
escribiendo lo que pienso sobre estos temas.
No tengo más remedio que
aceptar que es una buena experiencia en contra de lo que yo pensaba. Puedo
hablar con mi gente, en privado si quiero, ver fotografías que de otra manera
no vería, decirles las cosas interesantes que veo en internet sin necesidad de
copiar inacabables URLs, gritarles lo bien que me siento en este momento.
Me he dado cuenta de que, leyendo lo que se pone en las
redes, soy capaz de imaginar cómo es una persona, extrovertida, alegre,
cariñosa, obtusa, borde… vamos, que se podría, y seguramente ya lo habrán
hecho, hacer un estudio sociológico sobre ellas para el cual yo no estoy
preparado ni pretendo hacerlo en estas líneas.
Cierto que se encuentran navegantes de todas clases pero
imagino que con un poco de experiencia se puede ir cribando y quedándose con lo
bueno, con lo interesante y lo valioso. Cada vez que me avisan de un nuevo
seguidor o de que alguien me acepta en sus círculos es una sorpresa y me apresuro
para ver de quién se trata, para darle las gracias y para ver qué cosas tenemos
en común para compartir. Y tengo que decir que ya he hecho alguna amistad a
través de las redes. ¡Quién me lo iba a decir!
Así que, ahora que estoy jubilado y que ya he desinstalado
los programas de trabajo del PC y aunque no me sobra el tiempo, me he impuesto
la tarea de compartir la aventura de mi vida, mis conocimientos, mis
descubrimientos y las cosas que me sorprenden, con todo aquel que quiera
conocerlo.
Repito, no soy sociólogo ni esto es un estudio sobre redes
sociales, solamente es la experiencia de una persona corriente con ellas. Yo
jesus
No hay comentarios:
Publicar un comentario