Yo había intentado dejar de consumir por todos los medios.
Aún hoy, después de bastantes años alejado de mi adicción estoy seguro de que
esos intentos eran auténticos. Puede que lo consiguiera alguna vez y por muy
poco tiempo ya que esta maldita enfermedad me tendía la trampa del autoengaño,
de tal forma que, si aguantaba sin beber de lunes a viernes ya mi cabeza empezaba
a funcionar (mal) y me convencía de que podía dominarlo y además después del
trabajo de toda una semana me merecía una copa, sólo una…bueno, por otra más no
pasaba nada y el desastre se desataba.
Nunca se me ocurrió contar los fines de semana que terminaban
siendo un auténtico desastre pero hay algo que me da una idea de su magnitud y
es que todos los lunes tenía que llevar el coche al chapista. Aún no tengo
claro cómo no llegué a tener un accidente grave, aunque recuerdo uno que pudo
haberlo sido, pero lo dejaré para otra ocasión.
El caso es que sin tener la mente demasiado clara, más bien
creo que nada clara, y aún no sé muy bien por qué, me puse en contacto con
gentes que habían conseguido superar mis mismas circunstancias; quería saber
cómo habían hecho lo que yo creía imposible: dejar de beber y además tener la
cara sonriente y transmitiendo satisfacción. Recuerdo la ansiedad que sentía en
cuanto estaba medio día sin beber y el esfuerzo que me suponía reprimirme y que
invariablemente redundaba en un mal carácter.
-
- -Si piensas que la bebida te causa problemas,
posiblemente estés enfermo y ésta enfermedad se llama alcoholismo – me dijeron.
Me tenía un poco sin cuidado si estaba enfermo, yo lo que
quería era dejar de crearme los problemas que arrastraba, y aquí vino lo
interesante,
-
- - Ésta enfermedad es incurable y que sepamos no
hay tratamiento para ella.
Bueno, esto era un poco más serio.
-
- ¿O sea que no podré beber ya nunca?- La pregunta
me saltó apenas sin darme cuenta.
-
S - Si quieres detenerla y vivir, no. Pero se puede
conseguir.
Yo no tenía nada claro cómo no beber y estar contento ni
siquiera concebía la vida sin la bebida. Para mí no tenía sentido. Entonces me
comenzaron a explicar todo lo que a partir de ese momento me ha servido para
controlar mi adicción.
Me explicaron que no debía preocuparme porque no pudiera
beber nunca más. La cuestión era que no debía beber “hoy”; ayer ya pasó bien o
mal y mañana…pues ya veremos, puede que ni vivamos.
En seguida me vino a la memoria el “carpe diem” de los
romanos, vivir el momento, algo que yo nunca había hecho intentando olvidar lo
que hice ayer y anticipándome al futuro, pero siempre fuera del momento
presente. Y visto así, parecía más fácil: “malo será que no consiga estar sin
beber un día”. Así pues, me puse manos a la obra.
Pasó un día, y el siguiente y dos semanas y estaba
consiguiendo no beber con ésta primera y sencilla herramienta. Aprendí que si no
tomaba la primera copa no tendría problemas con la última. ¡Qué cosa, lo
inteligente que siempre me he considerado y nunca se me había ocurrido algo
así!
Y de ésta forma, cuando la tentación apretaba, me decía “mañana
tomaré”. Y me quedaba satisfecho sabiendo que mañana tomaría lo que fuera o
tomaría la misma decisión de hoy. Sé que es una pirueta mental, pero me ha
servido, más o menos conscientemente durante todo éste tiempo.
No voy a decir que sea fácil; la obsesión de consumir me
duró un tiempo y seguía teniendo la compulsión de entrar a los bares. Recuerdo
que me ponía hasta el cuello de café, aún no vivía bien pero tenía atisbos de
lo que era eso y un buen día me di cuenta de que esa obsesión había dejado de
perseguirme.
Ya apenas me planteaba estar el día de hoy sin beber, se
había convertido en una costumbre y lo que sí tenía y tengo muy claro es que
una primera copa desataría el infierno de nuevo y es a donde no quiero volver.
Ésta enfermedad de las adicciones, es más complicada que el
mero hecho de dejar de consumir, pero es el primer paso que hay que dar antes
de adentrarse en las facetas mentales y emocional que la rodean. Y a mí, para
ello, me han servido estas dos sencillas herramientas: un día a la vez y
abstenerme del primer consumo.
Si alguien que leyera esto conoce a quien necesite dar este
paso, que lo anime, que los que con cualquier tipo de las terapias existentes
estamos recuperados no nos asustamos de casi nada ni recriminamos a nadie.
Hemos pasado por ello y hemos hecho lo mismo.
Tendré que ver si soy capaz de estar un día completo sin
teléfono móvil…
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