Bueno, hace tres semanas que de alguna manera he conseguido
controlar mi adicción y no bebo. Han sido tres semanas que he vivido como si
estuviera flotando y me he visto muy frágil de forma que creo que he cambiado
hasta la forma de andar, con más cuidado. Pero ya he vuelto a la vida, a poner los
pies en el suelo y veo que todo sigue igual, los problemas siguen en su sitio,
aunque esta vez no han aumentado; levantarme para trabajar me sigue pareciendo
ingrato; ha vuelto el complejo de culpa que siempre me ha perseguido, el miedo
a no hacer lo que se espera de mí, a quedar mal con la gente, los miedos a no sé
qué .¿Qué esperaba?
Si alguna cualidad tengo es la tenacidad y nunca me doy por
vencido, así pues me he dedicado a encontrar el secreto de por qué a esas
personas que ya han pasado por lo mismo se les ve con maneras tan mesuradas (no
a todos, que todo hay que decirlo) Y me he ido enterando a medida que se ha ido
aclarando mi mente
Parece ser que tengo que hacer una especie de catarsis del
yo. Parece lógico. Yo no puedo ordenar mi vida y marcarme unas metas sin saber
quién soy. Tengo que enfrentarme a mi sentimiento de culpa y de vergüenza y tratar
de asumirlo como algo que en mi pasado ha moldeado mi vida hasta hacer que sea
como soy. Tengo que ponerme frente a mis
miedos y mirarlos de frente aunque me asusten y tratar de ver dónde residen sus
raíces profundas. Con unos lo conseguiré y con otros no y me incomodarán de vez
en cuando, porque no sé de donde proceden, a qué tengo miedo (¿angustia vital?).
Los miedos conocidos, a encarar los problemas materiales, son ingratos de
afrontar pero tienen un origen y unas consecuencias y al final el planteamiento
que me hago consiste en ¿qué es lo
máximo que puede pasarme? Y una vez asumido desaparece el miedo irracional.
Dentro de esta catarsis, tengo que ir conociendo y poniendo
nombre a una serie de emociones que voy experimentando como pueden ser el amor,
así, en general, el desprecio, la ira, la empatía, los resentimientos, en fin,
toda esa serie de sentimientos que supongo que todo el mundo conoce pero que yo
nunca he aprendido a manejar, ni he sabido expresar de forma adecuada.
Ahora sé que esto es una labor para toda la vida pues se trata nada menos que de vivir conmigo, con mis contradicciones, con mi yo que me gusta y con mi yo que no me gusta evitando el conflicto entre ellos, potenciando al uno y apaciguando al otro y sobre todo aceptándome, aceptando el entorno vital y mejorándolo en lo posible. De esta forma evitaré el deseo de escabullirme a otra vida por medio de la bebida que es lo que durante media vida he hecho. Se trata de vivir lo bueno y lo menos bueno.
Ahora que me he enfrentado a mi yo, tengo que enfrentarme a
mi entorno. Que sea un enfermo con esta adicción no me exime de la
responsabilidad de mis actos y son muchos los daños y las ofensas que he
causado a mí alrededor, empezando por mi familia y terminando con mis deberes
sociales. Me dicen que tengo que reparar y restituir en la medida de lo posible
ya que habrá daños tan grandes que no me será posible hacerlo.
Claro está que en absoluto me apetece, lo pasado, pasado
está, ya se irían olvidando las cosas, pensaba. No funciona así, me dicen, y me
explican que si de verdad quiero mantenerme abstemio en el tiempo, sobrio lo
llaman, tengo que conseguir una vida sin sobresaltos, sin miedo a salir a la
calle, ni a llamadas de teléfono, ni a correos apremiantes. Y como es lo que
quiero, me he puesto manos a la obra y de la mejor manera posible he encarado
todos estos asuntos incluyendo mis diferencias con el fisco.
Cuando cansado de sufrir decidí dejar la bebida, sin saber
cómo, por cierto, ni de lejos pensaba que se me iba a presentar una labor como
la que he descrito. Me han ocurrido muchas vicisitudes en el camino: he querido
hacerlo todo muy rápido y me he estrellado; he querido ser el mejor en esta
labor y no he conseguido más que frustración; he probado a hacerlo sin prisas y
me ha funcionado y cuando hago algo inconveniente, no me castigo, soy condescendiente
conmigo.
He aprendido que soy una persona corriente, con mis miedos,
mis defectos y mis carencias, que hay días que se levanta con la pierna
equivocada y que a veces no ve sentido a la vida, vamos, con una vida corriente. Pero he conseguido vivir, que
no es poco, lo bueno y lo menos bueno y al contrario que cuando era un adicto
en acción, procuro cuidarme, ayudar a los demás en cosas que puedo y he
conseguido la suficiente satisfacción como para no acordarme siquiera de la
bebida.
Soy consciente de que tengo una enfermedad y aunque ya
quedan muy lejos los tiempos en que no la sabía manejar, tengo que recordarme
de vez en cuando mi pasado para que no vuelva a ocurrir. Ahora soy capaz de
decidir lo que quiero y sé que con una simple copa puedo perder esta habilidad.
Hace unos treinta años, no podía imaginar que estaría una
tarde de domingo escribiendo cosas de mi vida y no con afán didáctico sino
porque tengo necesidad de contar lo que fue mi adicción y lo que he hecho para
superarla.
Yo he podido ¿quién no?
Yo tambien he podido
ResponderEliminarGracias por tu lucha!
ResponderEliminarSigue así!