viernes, 21 de febrero de 2014

Confesiones de un adicto: Porque me apetece.



02-21-2014
Esta semana que termina, plagada de emociones y sentimientos intensos, han hecho que me replantee muchos de los aspectos de mi vida actual y muchas de las cosas que hago. Sabéis, porque lo he escrito más de una vez, que soy un adicto, un enfermo de una de las adicciones que es el alcoholismo. Yo no puedo hacer consumo de alcohol porque he cruzado la línea de no retorno y una vez que empezase a consumir ya sería incapaz de controlar la ingesta y de parar. Éste es uno de los síntomas de la enfermedad pero, por lo que sé, no es la enfermedad en sí o por lo menos no es toda la enfermedad. Si alguien quiere informarse más  dejo un enlace donde se encuentra comentada la tabla del Dr. E.M. Jelinek que lo define a la perfección. jovenestepa.wordpress.com

Habrá quien piense que no es más que la práctica de una actitud viciosa y degenerada y ojalá hubiera sido así. Quizá me hubiera resultado más fácil llegar a controlarlo. Pero no; cuando me di cuenta de que mi proceso adictivo me estaba llevando al desastre comencé una lucha por controlarlo; os doy mi palabra de que siempre perdía, me encontré incapaz de dominar mi compulsión por la bebida hasta que decidí que lo mejor era dejarme llevar hasta que me matara. Ese era el final que tenía a la vista. Caí derrotado y dejé de luchar y es entonces cuando pasando por encima de mi orgullo fui capaz de entender que tenía que pedir ayuda ya que solo era incapaz de salir de aquel abismo. Siquiatras, médicos, Cruz Roja, a unos lo engañaba (o eso pensaba), otros me decían que no podían ayudarme, con otros era yo el que no funcionaba, hasta que di con un grupo de personas que habían pasado por lo mismo que yo y fue donde comencé mi andadura de recuperación.

Empecé a ver la verdadera dimensión de mi enfermedad que tenía su origen en la carencia de una serie de habilidades para enfrentarme a la vida y en la mala gestión de mis emociones y sentimientos que me hacían refugiarme en la bebida que me daba seguridad para desenvolverme y actuar en la vida. Vamos que además de trata de un desajuste mental. Y con la práctica de esta escapatoria llegué a cruzar esa línea a partir de la cual no se vuelve a ser no alcohólico. La enfermedad se convierte en crónica, como la diabetes. Lo mismo que la dieta en la diabetes, yo practico una dieta de control de emociones y sentimientos para no tener necesidad de refugiarme en la bebida. Y sobre todo ya no lucho con la bebida ni con la vida, dejo que fluya y acepto lo que me toca y lo integro en mí.




Me ha tocado escuchar de todo desde “eres un enfermo” en tono despectivo de una persona allegada o “qué valor tienes” por ser capaz de controlar esta adicción o muy frecuentemente “con el tiempo que llevas, ya estás curado”. Desde luego que no estoy curado y de valor nada, se trata de necesidad: si no quiero acabar loco o muerto en cualquier rincón tengo necesidad de hacer lo que hago y como quiero vivir y además vivir bien practico lo que me han enseñado que es bueno para mí y que se que me funciona.
¿Y por qué me dedico a contar todo esto? Primero porque me apetece, porque después de media vida de ir disfrazado y de intentar aparentar lo que no soy, me apetece mostrarme tal cual y poder decir “mira, éste soy yo y éste he sido” “mira cómo vivo” y que si alguien se aventura a leer todo esto, caiga en la cuenta de que hay una solución y que se puede vivir controlando las adicciones y además bien.

Alguien definía esto como la enfermedad de la vergüenza, pues yo, en este momento, no siento vergüenza alguna. La tuve en tiempos al día siguiente de alguna noche que tuvieron que llevarme a casa, suceso que tengo totalmente borrado de la memoria. No recuerdo más que cuando me desperté y por cosas parecidas. ¿Por qué voy a tener vergüenza por estar enfermo?.  En todo caso me fastidia como me ha ocurrido recientemente con la gripe.

Y en tercer lugar tengo la necesidad, como ya he apuntado antes, de dar a conocer a quien quiera saberlo que hay solución, en un lugar o en otro, cada uno tendrá que encontrar el sitio que más se acomode a su forma de ser, a sus medios. Al final en todos los sitios, de diferentes maneras, nos llevan a lo mismo: dejar la adicción hasta que se nos aclare la mente, un cambio de hábitos hasta integrarse en la sociedad y un trabajo continuado del yo para conseguir paz y sosiego.

Alguien ha llegado a decirme que no va a este tipo de terapias porque no se comentan más que dramas personales. A veces es cierto, sobre todo cuando alguien de reciente asistencia tiene la necesidad de desahogarse y contar lo que en otra no podría sin que le tacharan de loco o algo peor. Pero sobre todo se habla de la forma de afrontar la vida y controlar todos los instintos que tienden a dispararse. De todas formas, todo mi pasado tenebroso, representa un tesoro a conservar ya que gracias a ello estoy donde estoy. Ya no me hace daño recordarlo ni comentarlo. Quizá alguna vez aflora algo que tengo tan en lo profundo que lo tenía olvidado y que por un momento me causa dolor, pero ya tengo la capacidad de asumirlo.

Y por hoy me despido con eso que al final se ha hecho famoso: Yes, we can.

2 comentarios:

  1. Me parece muy inspirador lo que escribes, muchas gracias por compartirlo y darnos un rayito de esperanza a los que todavía no somos capaces de ver la luz.
    Un saludo

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  2. Enhorabuena por haber decidido salir de ese infierno y haber sido tan valiente de luchar para conseguirlo. Tienes que sentirte muy orgulloso de ti mismo. Ojalá que tus palabras sirvan para animar a otras personas para que sigan tus pasos. Un saludo.

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