viernes, 14 de marzo de 2014

Vivir con una adicción: ¿Es fácil recuperarse?



14-07-2014

Aunque no tengo los recuerdos muy claros, mi camino hacia la recuperación fue titubeante. Con mucho recelo comencé a asistir a un centro ambulatorio y no tanto porque deseara de dejar la bebida que tanto daño me estaba haciendo como porque me veía empujado por mis superiores en mi trabajo y temía perderlo.

Me hicieron un reconocimiento médico y detectaron carencias vitamínicas de todo tipo de tal forma que me extendían recetas que después tenía que ir a que las autorizada mi médico de la Seguridad Social. Me encontré con médicos comprensivos que me animaron y con algún otro que me dijo que estaba arto de que le fueran gentes como yo. Pero pasé la vergüenza. Entre las recetas se encontraba el conocido “Antabús” y otra cosa que creo recordar que se llamaba “Colme”.

Ahora, desde lejos en el tiempo, me doy cuenta de que no era yo quien hacía las cosas sino que me las hacían: mi mujer vigilaba que tomara todo lo que me recetaban, en el trabajo intentaban controlarme y no bebía más por miedo a la reacción de lo que tomaba que por convicción propia. Empecé tímidamente asistiendo a reuniones de terapia donde el terapeuta nos preguntaba si habíamos bebido y naturalmente la respuesta era que no. Yo en aquel tiempo aún pensaba que los demás no notaban cuando había bebido.
Creo que asistí durante unos tres meses y de nuevo la bebida me enganchó llevándome a situaciones peores que antes si es que ello era posible. Al final y cuando vi con claridad que terminaría en la indigencia y posiblemente muerto en cualquier rincón tuve que buscar de nuevo una solución y ésta vez era yo el que lo decidía.

Comencé a asistir a un grupo de terapia donde por primera vez pude desahogarme sin sentir vergüenza y sin que nadie se escandalizara de lo que decía y aquello me animó. Llevaba mucho tiempo escuchando a mi mujer que dejara de beber aunque solo fuera por mí, familiares que me recriminaban mi actitud (todos sabemos cómo se comporta un adicto cuando bebe), amigos me decían que bebía demasiado. Terminaba enfadándome con todos pero en lo más profundo sentía que no me entendían, que no se daban cuenta de que era incapaz de dejar de beber aunque lo hubiera prometido un momento antes y sobre todo no se daban cuenta del tremendo sufrimiento que sentía.

fotografía publicada en Twitter


Pero en este grupo me entendían y me dijeron que todos ellos habían pasado por lo mismo. Así que no era el bicho raro que yo me pensaba. No era el único. Y me ocurrió algo importante; por primera vez tenía que decidir por mí, tenía que decir si era consciente de mi adicción, si de verdad quería recuperarme de ella y tuve que decidir si estaba dispuesto a hacer lo necesario para tener éxito.

Comencé a no beber tal como me dijeron, un día a la vez y de pronto me quedé sorprendido pues llevaba tres semanas sin beber y razonablemente satisfecho sin el mal carácter que se me ponía cuando alguna vez lo había intentado por mi cuenta. Se me fue despejando la mente y poco a poco fui viendo la labor ingente que se me presentaba. En un primer momento tuve que dejar una serie de rutinas, de amistades y de ambiente que me recordaran mis tiempos de bebedor activo.

Me ocurrieron anécdotas que hoy me hacen reír pero que entonces me angustiaban como cuando me tocaba comer fuera y no sabía qué pedir para beber hasta que me di cuenta de la cantidad de gente que come con agua. Qué descanso!! Y bebía café, muchos cafés americanos que eran el sustituto al alcohol; ahora ya no, eso también pasó.

Mientras tanto me fui cerciorando de que tenía que cambiarme para cambiar mi vida y empecé a escuchar palabras que si no tenía olvidadas me sonaban cursis: honradez, humildad, sinceridad, serenidad, etc. Durante un tiempo intenté resistirme pero me fui dando cuenta que todo esto produce efectos saludables y una satisfacción hasta entonces desconocida para mí y me fue empezando a gustar ese plan de vida que no necesitaba del alcohol para calmar mis frustraciones y disgustos.

Y en ello estoy. Sería muy largo explicar todos los aspectos de mi personalidad en los que debo trabajar así que intentaré hacerlo poco a poco en próximas entregas (como si se tratara de una novela por entregas). Hoy hago cosas impensables que me crean satisfacción como hacer algo por lo demás de manera graciosa, sin  esperar algo a cambio, por el mero placer de hacerlo. Y espero seguir en este camino.

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