25-04-2014
Vivir con un adicto al alcohol me imagino que no tienen que
ser plato de gusto para nadie. Ver cómo se deteriora, lentamente al principio y
rápidamente según pasa el tiempo tiene que ser deprimente. Y tiene que ser
desesperante comprobar cómo hace caso omiso cuando le queremos hacer ver
que así no puede seguir, que deje de
beber, aunque solamente sea por él. Una y otra vez nos dirá que él domina la
situación y que no le ocurre nada que no les pase a los demás.
La mentira continuada
es uno de los rasgos más comunes de esta adicción. Se empieza engañando uno a
sí mismo (yo tengo un doctorado en este asunto) y se termina intentando engañar
a las demás. Cuando uno llega a casa consciente de que no domina bien la voz,
que se traba al hablar, que la mirada se le extravía y que le apetece acostarse
en lugar de cenar tiene que resultar patético intentar a la otra persona.
-¡Ya has estado bebiendo!
- Qué va. Una cerveza antes de llegar a casa.
Después se miente porque sí. Si viajo por asuntos del
trabajo a Valencia y llamo a casa y digo que estoy en Barcelona. Una vez
comenzada mi recuperación es de los defectos que más me costó eliminar. Mi
tendencia a mentir era continua y además en asuntos que no tenían la menor
importancia ni me afectaba en nada decir la verdad.
Durante mis continuados intentos de dejar la bebida o por lo
menos beber con moderación (¿?) lo pasaba tremendamente mal. Tenía ya la obsesión
por la bebida y el esfuerzo de voluntad que realizaba para no beber me creaba
un estado de irritabilidad que terminaba agriándome el carácter y al final,
como siempre, lo pagaban los más allegados. He tenido que aprender a dominar
este estado y ahora es rara la vez que me enfado por algo pero me he dado
cuenta de que hay otras formas de enfado con los demás como son la indiferencia,
las muestras de desprecio, etc. que aún tengo que aprender a controlar. Tampoco
me gusta enfadarme conmigo mismo aunque a veces lo hago. Y como escribía hace
poco una amiga muy querida, tengo que convivir de continuo con esto.
Hay otra característica que pienso que tiene que hacer insufrible
la convivencia con este tipo de adicto y por lo que suelo escuchar es muy
común. Es nuestro afán de perfeccionismo. Todo tenemos que hacerlo perfecto
aunque no sea necesario, todo tiene que estar en su sitio y qué duda cabe de
que en la vida las cosas no funcionan normalmente de esta manera. Esta
característica me creaba sentido de frustración cuando estaba en activo de tal
forma que terminaba con premiarme con un buen trago (el primero) si conseguía
lo que quería y lo mismo pero por despecho si no lo lograba.
Hasta bastante después de comenzada mi recuperación duró
esta característica. Yo trabajaba haciendo proyectos para instalaciones
comerciales, pues bien, cuando terminaba las presentaciones y realizaba el renderizado
había colocado todos los detalles aunque no se vieran. Naturalmente esto me
suponía un gran esfuerzo innecesario. Poco a poco me tuve que ir acostumbrando
a simplificar mi concepto del buen hacer. Ahora ya no trabajo pero creo que aún
no he eliminado este complejo perfeccionista. Así que ¿quién es capaz de
aguantar al lado de una persona que todo lo tiene que tener en su sitio,
perfectamente orientado y colocado? Y mucho más si encima está en su nivel de
alcohol con mucha más irritabilidad.
Uno quiere que la vida sea de una manera determinada pero la
vida es como es y esto, en una mentalidad adictiva crea ansiedad, rebeldía,
malestar, irritabilidad de nuevo y la solución a todo esto la ve, cómo no, en
el consumo de alcohol. Una vez alcanzado un cierto nivel aparece otro mundo
donde ocurren cosas satisfactorias, no como en la vida normal, y esto hace que
se quiera alargar la sensación con más alcohol, llegando hasta donde se llega.
Luego vendrá el arrepentimiento y la rabia y de nuevo comienza el círculo:
mentiras, autoengaños, malos modos, frustración, bebida…
También tuve que aprender a manejarlo ya que no tiene mucho
sentido dejar de beber, que es por donde se empieza la recuperación y continuar
viviendo amargado por las emociones no controladas. He alcanzado un grado
bastante alto de aceptación de lo que me depara la vida mejorándolo si puedo y
siendo consciente de mis limitaciones. No puedo cambiar el mundo pero puedo
intentar mejorarme yo y como resultado mi entorno.
Si os parece otro día seguiré desgranando estos rasgos
adictivos que cuando menos se dieron en mi personalidad. Quiero deciros a los
que sois adictos y a los que convivís que una vez cruzada la línea que separa al
consumidor normal del adictivo ya se consume por necesidad independientemente
de las veces que el adicto prometa que mañana no lo hará. Y os puedo decir que
es una fuente de sufrimiento, para el adicto que se ve impotente y para quien
convive con él, porque el adicto no es un monstruo, conoce lo que está bien y
lo que está mal pero no puede evitar hacer lo que hace.
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